Para
que las plantas medicinales proporcionen sus efectos deseados debemos
ingerir sus principios activos, es decir aquellos componentes que tienen
un poder curativo.
Existen
plantas medicinales que pueden tomarse directamente, consumiéndolas
como un alimento más, y no precisan de ninguna preparación especial.
Podríamos decir que se trata de alimentos con propiedades medicinales. Así, por ejemplo, para asimilar el licopeno contenido en el tomate
no hace falta más que realizar una buena ensalada. Con ello el
organismo será capaz de apropiarse de este componente que tan bueno
resulta para luchar contra el cáncer sin necesidad de hacer nada más. Lo
mismo podríamos decir de la zanahoria, los higos secos , las coles etc.
Otras plantas son hierbas que pueden mezclarse con los alimentos,
aportándoles su peculiar sabor y dándoles, al mismo tiempo, sus
propiedades medicinales. Pueden utilizarse frescas o secas, en cuyo caso
debemos machacarlas para poder espolvorearlas sobre la comida. Dentro
de estas tendríamos hierbas aromáticas como el romero, la menta, el orégano, la verdolaga, etc.
Dentro
de la familia de las rutáceas las plantas más conocidas son los los
cítricos, especies que están incluidas en el género citrus al cual
pertenecen las naranjas ( Citrus sinensis), las naranjas chinas ( Citrus
japonica), las naranjas amargas (Citrus aurantium), las mandarinas
( Citrus reticulata) , los limones ( Citrus limon) los pomelos (Citrus
paradisi) las limas (Citrus aurantifolia) o las toronjas ( Citrus
medica). La naranja enana o kumquat ( Citrus margarita = Fortunella
margarita) pertenecería al genero fortunella.
Los cítricos se
caracterizan por ser arboles o arbustos de hojas perennes cuya altura
puede oscilar entre los 5 y los 16 m si bien las especies actuales se
cultivan en forma de variedades enanas que permiten realizar las tareas
agrícolas más fácilmente y resultan más productivos. Tallos erectos,
verdosos, con ramas provistas de espinas. Las flores, muy fragantes,
suelen estar reunidas en inflorecencias, generalmente en forma de
corimbos aunque más raramente aparecen aisladas. Presentan cinco pétalos
y numerosos estambres. Destacan por sus grandes frutos carnosos que son
hesperidios
con piel gruesa, con un tamaño habitual entre los 3 y los 10 cm de
longitud, aunque existen especies que alcanzan los 30. Florecen en
primavera y los frutos se recogen a partir del otoño hasta el invierno.
Se cultivan en la mayoría de las ocasiones para la producción de frutos, aunque, por la belleza de sus hojas perennes y por el aroma de sus flores, podemos encontrar variedades cultivadas en jardinería, que se plantan generalmente en grandes parques o como especies aisladas de jardin. No hay que olvidar tampoco los numerosos invernaderos dispuestos en muchas ciudades de países fríos y la actual tendencia a cultivarlos en el interior en forma de bonsáis.
Su cultivo requiere climas cálidos y una humedad abundante, lo que obliga a regarlos con frecuencia. Aunque pueden aguantar temperaturas por debajo de los ºC, no soportan heladas continuadas y los frutos producidos por variedades más resistentes en zonas frías presentan muy poca calidad. La especie más resistente es el naranjo trifoliado ( Poncirus trifoliata) que puede aguantar hasta -20 ºC y que no resulta comestible, por eso se utiliza como patrón sobre el que se injertan especies menos fuertes al frío. Un ejemplo de ello lo constituye el Citranges que es un cruce entre este cítrico y el naranjo dulce. Los limoneros injertados sobre él naranjo trifoliado constituyen los auténticos cítricos productivos más resistentes a las heladas . En el otro extremo se encuentra la lima, que es el cítrico que menos aguanta el frío por lo que solo se puede cultivar en climas tropicales y subtropicales. Como curiosidad, hay que comentar que los frutos de este árbol cuando se expone a temperaturas más frías dejan de ser verdes y amarillean lo cual ha venido a demostrar que los cítricos necesitan un cierto periodo de clima más frío para que su fruto pueda "madurar" .
Además de una humedad abundante, los cítricos requieren suelos bien drenados, desmenuzados, ligeramente ácidos y con abundante riqueza en nitrógeno y potasio. Deben estar situados en una exposición soleada y protegidos del viento. Son árboles muy propensos a sufrir enfermedades, principalmente de naturaleza vírica entre las que se encuentran el virus de la tristeza, la gomosis, la psoriasis, la negrilla, etc. También son propensos al ataque de numerosas plagas ( ácaros, pájaros, pulgones, trips, piojos, etc. ) Todo ello obliga a una atención y a una prevención continuada que exige al agricultor numerosos tratamientos preventivos y curativos. Igualmente delicada resulta su propagación que debe hacerse por medio del injerto sobre un patrón.